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jueves, 12 de octubre de 2017

Una Habana para Nat King Cole (II y final)


La prensa acogió con beneplácito el regreso de Nat King Cole y elogió su desempeño durante la temporada que cumplió en el escenario del cabaret cubano bajo las estrellas. El cantante y su esposa se despidieron de sus anfitriones, el matrimonio Fox, y los amigos recién adquiridos en Cuba con una cena en el hoy desaparecido restaurante La Rue 19, en el número 324 de la calle 19, esquina a la calle H, en El Vedado.

Al comenzar el año 1958, la situación en el país se tornaba ya complicada para el gobierno de Batista, y los en particular combatientes revolucionarios en la clandestinidad, mantenían en vilo a las fuerzas policiales de la capital. Sin embargo, la prensa intentaba ignorar el estado de cosas y mostraba contínuamente la cara amable de una Habana que aparentaba cantar y bailar alegremente, pero en realidad lo hacía sobre un polvorín a punto de estallar en un escenario donde aumentaba la represión y el miedo.

Con una foto del cantante, en su edición del 4 de febrero de 1958, el Diario de la Marina anunciaba la nueva temporada de Nat King Cole en Tropicana, quien llegaría por tercera vez contratado por dos semanas, y abarrotaría cada noche desde el primer día el cabaret que brillaba bajo las estrellas. No era para menos, pues en Cuba se sabía y así se le apreciaba: estaba en la cima de su carrera. Considerado ya en ese momento como la más grande estrella discográfica en Norteamérica, se decía que había generado tantas ganancias para Capitol Records, que el cilíndrico y emblemático edificio sede en Hollywood de este emporio de las grabaciones musicales era conocido como “the house that Nat built” (la casa que Nat construyó).

Cole inicia su tercera temporada en Tropicana el viernes 7 de febrero, como estrella invitada en los shows Voodoo Ritual y This is Cuba, Mister, que se presentan a las 11.30 pm y 1.30 am. Compartiría escenario con la cantante haitiana Martha Jean Claude, el Cuarteto Los Rivero, la italiana Katyna Ranieri, la vedette Maricusa Cabrera, Miguel Chekis, el dúo vocal Nelia y René (Nelia Núñez y René Barrios), entre otros. En los bailables entre los shows y después de éstos, la orquesta de planta de Tropicana, bajo la dirección de Armando Romeu, alternaba con las populares orquestas Riverside y Fajardo y sus Estrellas. Mientras tanto, Cole también capitalizaba espacios en la radiodifusión nacional y temas como Mona Lisa, Unforgettable y otros, lograban índices importantes de popularidad.

En las semanas en que Cole cumplía su contrato, Tropicana acoge la Gran Gala de la Liga contra el Cáncer, un evento social en el que el cantante también fue figura central, al presentarse como parte del show This is Cuba, Mister, que se ofreció a los asistentes. El King cantó también en otro evento social celebrado en el entonces Teatro Blanquita (hoy Teatro Karl Marx): el homenaje de la Asociación Cubana de Artistas al dueño de Tropicana, Martin Fox, y donde también se presentó el mismo show de Rodney, además del cantante mexicano Miguel Aceves Mejías y sus Mariachis, la soprano cubana Marta Pérez, Pepe Biondi, Leopoldo Fernández y Federico Piñeiro, entre otros.

Cole cumplía una agenda intensa, pero lo mejor estaba por venir. Ciertas fuentes afirman que fue durante un cocktail en Hollywood cuando Ramón Sabat, presidente y dueño del sello cubano Panart –concesionario de la Capitol- convenció al cantante para grabar en La Habana un disco completo en español, incluyendo algunos temas cubanos. Otras, que fue el propio Cole el de la iniciativa. Lo cierto es que el lunes 17 de febrero, en jornadas en que el cabaret recesaba sus funciones, Nat King Cole encaminaría sus pasos hacia el estudio Panart, de la calle San Miguel entre Lealtad y Campanario (hoy Estudios Areíto, de la EGREM), en el corazón del hoy barrio de Centro Habana, para iniciar el registro fonográfico de una serie de temas que devendrían clásicos en su discografía.

Los músicos serían los mismos de la orquesta de Tropicana, guiados por la sabia batuta de Armando Romeu, -¡así le habrían impresionado estos ases en sus respectivos instrumentos!- y también lo acompañaría en los coros el excelente Cuarteto de Facundo Rivero (Los Rivero), a quienes Cole habría escuchado en sus intervenciones en el show de Tropicana. “Llegábamos a las nueve y media. Entonces (Nat sugería): “(Tomemos) jugo de naranja con vodka”. Empezábamos una hora y media después. Nos pagaron 40 dólares (por sesión y por ensayo)”, contó Bebo Valdés a su biógrafo sueco Mats Lundahl.

Según los registros documentales de los archivos de Capitol, ese primer día grabaron los temas María Elena, Lisboa Antigua, en inglés, y Acércate más, que interpretó también en inglés. Al día siguiente, Nat se sentó al piano para grabar en versión instrumental Tú mi delirio, uno de los clásicos de César Portillo de la Luz.


Luego, tocó el turno al chachachá El Bodeguero, y dos tomas de Come To The Mardi Gras. En una tercera sesión, el jueves 20, con el mismo acompañamiento, registró Te quiero dijiste (conocida como Muñequita linda), Arrivederci Roma y Quizás, quizás, quizás, de Osvaldo Farrés, con arreglo de Armando Romeu. El resto de los arreglos estuvieron a cargo de Dave Cavanaugh. Según la citada fuente sobre la discografía de Nat King Cole, ese mismo día grabarían también en La Habana y en los estudios Panart los temas mexicanos Las Mañanitas y Adelita, con el Mariachi de Alfredo Serna.

Y un dato curioso: el 9 de junio, ya en Los Angeles, Cole grabaría Cachito y Noche de Ronda en el Capitol Recording Studio, del número 1750 de N. Vine Street en Hollywood. La misma fuente aclara que en Noche de Ronda fueron utilizadas grabaciones y/o músicos de las sesiones habaneras, y también que dos músicos cubanos radicados en California grabarían directamente en esa sesión de Los Angeles: René Touzet en el piano y Carlos Vidal Bolado en la percusión.

Del trabajo con Nat King Cole en Tropicana y de las sesiones de grabación en La Habana, Bebo Valdés retendría en su memoria una anécdota que contó a su biógrafo, el sueco Mats Lundahl, que hoy deviene testimonio de primera mano: “Yo le decía: “Mira, Nat, tú tienes que decir Cachi-to”. Y nunca lo dijo. Dijo “Cachi-dou”. Le costaba mucho decir “Cachito”. Siempre “Cachi-dou” y nunca “o”, sino “ou”. Esta observación de Bebo Valdés sugiere la posibilidad de que el tema Cachito se haya grabado por la orquesta de Romeu en La Habana y que finalmente, la voz del King haya sido grabada de nuevo semanas después en Los Angeles, como consta en los registros del sello Capitol.

El disco Cole Español salió al mercado en 1958 con los temas grabados en La Habana. Su éxito expandido y rotundo aseguró a los productores la posibilidad de reeditar la experiencia un año más tarde, con la grabación del disco A mis amigos y unos años después, en 1962, el tercero de esta suerte de serie latina: More Cole Español.

Según Ofelia Fox, el matrimonio Cole se habían enamorado de Cuba. A Nat y a María les gustaba el clima en el mes de febrero, el del contrato anual en Tropicana, pero sobre todo, la música, y los carnavales, que en alguna ocasión, habían coincidido con su visita. Llegaron incluso a pensar en pasar períodos de mayor permanencia en Cuba. Cierto día, mientras se deleitaba con su ensalada preferida –la de aguacate con cebollas y aceite de oliva- en La Bodeguita del Medio, junto a sus anfitriones, el matrimonio Fox, el cantante preguntó cuál sería la mejor zona de La Habana para adquirir su propio apartamento, algo que quedó sólo como un sueño habanero e irrealizado del King.

La percepción que alcanzó a tener de la ciudad, en sus tres cortos viajes en 1956, 1957 y 1958 debió ser epidérmica, pues no se tienen noticias de que haya socializado mucho más allá de los límites del mismo Tropicana, sus anfitriones oficiales y su entourage, ni siquiera con los músicos. Según testimonios, hubo fiestas y encuentros con éstos a los que Cole prometió asistir, pero no lo hizo.

Aun así, los de Tropicana tuvieron fugaces oportunidades de relacionarse con Cole, e incluso algunos músicos vinculados a ese entorno lograron acercársele y hasta proponerle algunos temas inéditos: tal fue el caso del compositor Giraldo Piloto –del binomino autoral Piloto y Vera-, según afirma su viuda Josefina Barreto, quien hoy, a más de 55 años de aquel encuentro, se lamenta de lo que considera fue un error del famoso compositor de Añorado encuentro y de su allegados en el entorno musical, que no le previnieron de la pifia: entregarle a Cole un racimo de temas de su autoría en inglés –idioma que el cubano dominaba a la perfección- cuando la vida demostró que lo que interesaba a Cole en ese momento eran las canciones en español y de preferencia, del repertorio cubano. Esas composiciones nunca fueron montadas por Cole y algunas de ellas, años después, pasaron a formar parte de los temas que Giraldo Piloto compuso y destinó a las comedias musicales Las Yaguas, de Maité Vera y Las Vacas Gordas, de Abelardo Estorino, las únicas piezas teatrales a las que el famoso compositor, como par autoral con Alberto Vera, aportó su música, por encargo expreso de sus autores.

Quizás el legado más perdurable derivado del vínculo de Nat King Cole con Cuba, junto a las grabaciones en español, fue la inclusión en su repertorio del tema Mona Lisa, hoy uno de los más populares y difundidos en su voz, y que, todo parece indicar, es de la autoría del compositor y guitarrista holguinero Mérido Gutiérrez Rippe (1917-1992), quien, como era común en aquellos tiempos de ciertas privaciones y carencias, vendió la canción a una entidad editorial norteamericana, por una exigua compensación monetaria, aunque según Radamés Giro, se le reconoció legalmente haber sido su creador. Sin dudas, el King con su genialidad hizo de Mona Lisa una obra para todos los tiempos.

Bebo Valdés, otro grande, dejaría para todos nosotros sus impresiones acerca de aquel encuentro y aquellas noches en que trabajó en Tropicana junto al King: “Una de las cosas más grandes que yo he sentido en mi vida fue cuando Nat quería cantar en español. La primera vez que llegó a Tropicana hicimos los primeros ensayos. Yo no toqué porque él tocaba su piano. No necesitaba introducción de orquesta. Entraba allí cantando y después entraba la orquesta.

"Tenía un oído absoluto, lo más grande que yo he encontrado en mi vida. Cantaba algo, creo que Route 66, pero sin introducción alguna. Era un cambio de A bemol a otro tono muy distante. Después habló y presentó a los músicos, y cantó completamente en el tono. No hacía introducciones en el espectáculo. El terminaba de cantar, aplaudían y empezaba directamente a cantar otra pieza en el tono que fuera otro número sin error, ni un cuarto de tono, ni arriba, ni abajo. Era clavadísimo, perfecto. El artista más grande con quien he trabajado.”

Rosa Marquetti Torres
Desmemoriados. Historias de la música cubana, agosto de 2017.
Ver fotos de Nat King Cole en Desmemoriados.

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